viernes, 12 de febrero de 2016

Toxicidad interior


Seguramente en televisión habréis visto alguna vez a monjes tibetanos. En documentales y reportajes se puede observar que dichos monjes viven con mucha paz en sus monasterios. El día a día de estos jovenes aprendices y viejos sabios gira en torno a su religión, una variante del budismo. Viven con una vestimenta particular, meditando o rezando, y realizando tareas productivas. Lo más llamativo de estas personas es que han logrado un gran dominio de sus emociones (anulación del deseo sexual, por ejemplo) y un gran control sobre su cuerpo (capacidad de soportar el dolor, por ejemplo). Es algo que consiguen adoctrinándose desde pequeños. El control sobre sí mismos, tanto físicamente como psicológicamente, lo perfeccionan mediante entrenamiento diario y mucha meditación, en un ambiente tranquilo, aislados del mundo exterior.

¿Podemos las personas de nuestra sociedad vivir con esa paz y ese control de nuestras emociones? Es difícil conseguirlo teniendo en cuenta que vivimos rodeados de estrés, de frustración, de decepciones, y de personas tóxicas que agravan la situación. Vivimos bajo la presión de los estudios o el trabajo, bajo un estricto horario que debemos cumplir, y soportando otras circunstancias que nos hacen la vida aún más complicada. Es importante saber sobrellevar tales inconvenientes, tanto para estar agusto uno mismo como para no ser perjudiciales para los demás. Probablemente el resto del mundo sea culpable de lo mal que nos sintamos, pero no por ello tenemos que ser nosotros culpables de hacer sentir mal al resto.

Son muchos los factores externos que generan toxicidad dentro de nosotros. La toxicidad interior es algo que puede crecer y acabar haciéndonos daño a nosotros mismos y creando conflictos con los demás. Son sentimientos tóxicos (como celos o rencor guardado hacia otras personas) y pensamientos pesimistas (como recuerdos desagradables) que se intensifican con, por ejemplo, el estrés y frustración procedentes del exterior.

Uno de los fundamentos budistas afirma que el sufrimiento de una persona se puede eliminar eliminando la causa, es decir, suprimiendo sus deseos y necesidades. Por ejemplo, alguien puede "sufrir" por ser pobre, pero puede deshacerse de ese malestar dejando de querer ser rico, dejar de considerar el dinero como una necesidad vital. A priori parece que la solución a la toxicidad interior es convertirnos en una roca por dentro para que nada nos afecte, vivir apáticamente, sin sentimientos, sin ilusiones. Pero eso es algo imposible. No somos robots, sino humanos.

Todo sigue una lógica muy sencilla: Si no hay nada que te haga sentir mal, te sentirás bien. Si no hay nada que te cause estrés, vivirás en paz. Si no hay nada que te ponga triste, serás feliz. Hay que tratar de eliminar de nuestra vida todo lo que sea perjudicial para nosotros, tanto factores externos como lo malo que haya dentro de uno mismo. Deshacerse de malos hábitos, de personas tóxicas, sentimientos dañinos, pensamientos negativos, etc. El primer paso es ser conscientes de nuestra toxicidad interior, el siguiente es identificar lo que lo causa, y el último es poner remedio. Hay cosas ajenas a nosotros que no podemos cambiar, que no depende de nosotros, pero nada nos impide limpiar nuestro interior.